Quien haya pensado que las atracciones fantasmales son un género histórico no ha visto cómo Pierre Creton puso su cámara en un tocadiscos: es una lección de armonÃa y apertura. Pocas veces la música y las imágenes han estado tan cercanas en su percepción del tiempo. La pelÃcula sigue tres movimientos en tres interiores diferentes con tres canciones diferentes que se mueven bajo la cámara. Mientras nuestra mirada gira en esos espacios Ãntimos, las habitaciones cobran vida. La luz y los gatos se mueven, aparecen las sombras y el viento habla de posibilidades eternas que podemos descubrir si simplemente abrimos los ojos.
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