En Roma, al amanecer, cuando todo el mundo duerme, un hombre está despierto. Ese hombre es Giulio Andreotti. Está despierto porque tiene que trabajar, escribir libros, moverse en los círculos de moda, y por último, aunque no menos importante, para rezar. Tranquilo, astuto e inescrutable, hace más de cuarenta años que Andreotti es sinónimo de poder en Italia. A principios de los años noventa, este hombre impasible pero sugerente, ambiguo pero tranquilizador, está preparado para asumir su séptimo mandato de Primer Ministro sin arrogancia y sin humildad... |