Tumbada lánguidamente bajo el sol, “Incompiuta” es un testigo atemporal de la vida que sucede a su alrededor. Sus paredes abiertas sinfonizan la voz femenina de la tierra, hacen eco del parloteo diario sobre frutas e higos y de la conciencia colectiva, alma del mundo, condensando el vértigo que surge al conectar con el tiempo arcaico de nuestra infancia. Simplemente observando lugares y personas comunes, emerge una lectura intensa y simbólica de nuestra caída del paraíso reflexionando sobre la condición humana, precaria y dolorosa, sobre su soledad insalvable y sobre su destino de muerte.
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