La Buena Suerte, de Gracia Querejeta, es una película que sorprende con su mezcla de drama y suspense, envolviendo al espectador en la historia de un arquitecto que llega a un pequeño pueblo, compra una casa y comienza a vivir allí como si quisiera borrar su propia identidad. Desde el primer momento, se percibe que oculta algo, pero la película juega con ese misterio, dosificándolo de manera inteligente hasta revelarlo en el momento adecuado. Ese uso del suspense es, sin duda, uno de sus mayores aciertos.
A nivel visual y estético, La Buena Suerte atrapa con su cuidada puesta en escena, creando una atmósfera que realza el misterio y la sensación de aislamiento del protagonista. Sin embargo, algunas decisiones estéticas, como el uso recurrente de transiciones con fundidos a blanco, resultan cuestionables y no terminan de encajar con el tono de la película.
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