Este documental es un puñetazo al estómago, pero absolutamente necesario. Sigue a César Fierro, quien pasó 40 años injustamente condenado a muerte, justo después de salir. No es la típica historia de "final feliz". Nos muestra lo difícil que es para él readaptarse: no sabe pedir un café, el mundo cambió (salió en plena pandemia) y no tiene nada. La cámara es increíblemente íntima y respetuosa con el dolor y la soledad de César. Es una llamada de atención brutal sobre el valor de la libertad y la deuda que la justicia tiene con él. |