Esta es una comedia surrealista que trata sobre una fábrica ubicada en un paisaje árido que dispensa una pequeña porción de agua a los rezagados que llevan cacerolas como receptáculos. En el interior, los trabajadores parecen no hacer nada que tenga sentido y están vigilados por un periscopio instalado por los gemelos que dirigen la fábrica. Una mujer inexplicable y sencilla que vive en el local es buscada por el caprichoso capataz (Maurice Benichou), también conocido como el "jardinero" porque ha plantado flores en los vagones de carbón que permanecen en un laberinto de vías de tren, el único "acciones" propiedad de la empresa.
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