La fascinación de Christian Blackwood por la carretera le ha llevado a visitar algunos lugares interesantes y gente aún más interesante, varios de los cuales son los temas de este documental único. Es una road movie ambientada justo al lado de la carretera, en el tipo de alojamiento modesto para pasar la noche que la mayoría de los viajeros dan por sentado. La curiosidad natural del director le permite separar a individuos poco comunes (en su mayoría mujeres) de su entorno, que de otro modo sería común: un trío de propietarios/gerentes en Santa Fe; las esposas y novias de hombres tras las rejas en Florence, Arizona (incluida una que toca el romance de mayo/diciembre); y (lo mejor de todo) la excéntrica bailarina que, él solo, revivió la antigua Ópera Amargosa en la ciudad semifantasma de Death Valley Junction, California. La película es un recordatorio de que todo el mundo tiene una historia que contar, y las que se cuentan aquí son demasiado inusuales para ser otra cosa que la verdad.
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