Pavements lleva su polémica rareza más lejos que nunca. El resultado es un viaje salvaje de dos horas, que parece desafiar la estructura y la narración en cada oportunidad.
Una película de arco iris afilado que evoca la misma sensación que tengo a menudo al escuchar a Pavement, como si hubiera una parte de la broma en la que no estoy metido.