Una de esas películas de festivales que me recuerdan por qué decidí dejar de ver películas de festivales hace un tiempo (vale, más bien una década). Bienintencionada y bien montada en todo momento, nada esencialmente malo, la escena del velatorio golpea como se supone que debe hacerlo... y sin embargo, ni una sola sorpresa, todas las lecciones aprendidas, todas las compensaciones emocionales se desenvuelven modestamente, sin ningún exceso. Una película que encaja perfectamente en su espacio. |