Críticas de El joven chamán

Romance entre lo moderno y lo ancestral

La luna ilumina la escarcha, la nieve cubre las montañas y los edificios de Ulán Bator, mientras el viento arrastra espíritus y mensajes del pasado y el presente.

Ze, un adolescente con el don de percibir lo oculto y comunicarse con los espíritus, ve a las personas brillar o sufrir. Muchos huyen de él para evitar enfrentarse a su destino, pero Maralaa no. Aunque escéptica al principio, poco a poco se acerca a Ze. Juntos, plasman sus sueños en dibujos y en sus corazones: ella anhela una vida en el campo con animales; él, hacer realidad los sueños. Todo ocurre a su tiempo.

Lkhagvadulam Purev-Ochir dirige esta emotiva historia con un enfoque íntimo, capturando la esencia de Ulán Bator a través de imágenes deslumbrantes y sonidos locales. En el estreno en Toronto, la directora enfatizó la coexistencia entre tradición y modernidad.

En Mongolia, el viento tiene un poder espiritual transformador. City of Wind muestra cómo es posible ser moderno sin perder la conexión con el pasado y la naturaleza, en una historia que resuena como el viento que atraviesa la ciudad.

El pasado y el presente, en armonía

A través del cine, viajamos a Ulán Bator, la ciudad del viento, donde un joven de 17 años enfrenta las experiencias típicas de su edad. Sin embargo, lo más fascinante no es la trama, sino la convivencia de contrastes: danzas chamánicas, carne ahumada en té con leche, consumismo moderno, cirugías avanzadas, maestros autoritarios, pobreza extrema, música de discoteca y el primer amor.

La película equilibra misticismo y humor con una sensibilidad única, reflejando el amor por esta ciudad de espíritus y viento. Un viaje cinematográfico mágico que deja huella.