Es imposible no conmoverse con las historias de estos niños que, a pesar de haber vivido el horror, muestran una resiliencia admirable. La dirección de Assaf Beker es sensible y respetuosa, y la participación de Montana Tucker aporta una conexión emocional que traspasa la pantalla. Este documental no solo informa, sino que humaniza una tragedia que muchos prefieren ignorar. Es un recordatorio poderoso de la importancia de la empatía y la memoria. |