Dos hermanos se reencuentran después de cinco años. Uno ha estado en la cárcel. El otro ha robado a un peligroso perista y ahora huye junto a Diana, su hija pequeña. Los tres emprenden un viaje por una Andalucía violenta, mítica, agreste y salvaje. Un viaje en el que aparecen las viejas heridas del pasado y en el que los hermanos se ven obligados a reconciliarse para salvar la vida.
No se trata de inventar nada, sino de reformular en un escenario completamente inédito las claves de un cine incrustado en la memoria de cualquier mirada.
Nos encontramos ante un thriller bastante irregular. Aquí de nuevo se nota el gusto de Kike Maíllo por explorar géneros que gustan al espectador pero de un modo diferente. No es esta una película de diálogos, sus personajes comunican más cuando no abren la boca. La excepción es Luis Tosar, cuyo personaje le da mayor libertad y él juega con ello con maestría. Maíllo potencia a lo largo de la historia un clima de fatalidad, de destino hacia lo que desemboca todo; el problema es que para ello es necesario desarrollar bien la evolución de los personajes y ahí es donde cojea la cinta. En el apartado técnico resulta interesante el uso de los colores, especialmente en el tramo final del filme. Un thriller con una propuesta curiosa pero que no consigue encontrar el equilibrio adecuado.