Se espera que las mujeres israelíes haredíes sean buenas esposas para sus maridos concertados, cuiden de sus numerosos hijos, sean el principal sostén de la familia mientras sus maridos estudian textos religiosos y siempre voten según les indiquen sus rabinos. Se supone que no deben escribir artículos políticos usando el nombre de una mujer y, más definitivamente, no se supone que se postulen para partidos del Parlamento ultraortodoxo. De hecho, Israel es el único país del mundo con partidos que oficialmente niegan a las mujeres.
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