Al enterarse de la revolución en el hospital, el marinero Gulyavin va a Petrogrado y desde allí, con un destacamento de voluntarios ucranianos, lo envían a Ucrania. A la tropa se unen soldados de caballería bajo el mando del anarquista Lelka. El jefe de personal, Stroyev, reprocha a Gulyavin su negligencia: no se puede aceptar un destacamento no probado. Sin embargo, el coraje desesperado de Lelka en la batalla con los Guardias Blancos le da a Gulyavin no sólo respeto por ella, sino también amor...
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