Desde los primeros minutos, The Stolen Girl me atrapó con su intensidad emocional. La actuación de Denise Gough como Elisa es simplemente desgarradora; transmite la desesperación de una madre con una autenticidad que me dejó sin aliento. La dirección de Eva Husson crea una atmósfera tensa y envolvente, y la narrativa plantea preguntas inquietantes sobre la confianza y las apariencias. Aunque la premisa pueda parecer inverosímil, la ejecución es tan convincente que me mantuvo pegado a la pantalla. Sin duda, un comienzo prometedor para una serie que promete explorar las profundidades del drama humano. |