Pese a las reticencias que uno pueda tener al acudir al cine a ver esta tardía secuela de uno de los grandes éxitos de Pixar hay que reconocer que estas son infundadas, ya que estamos ante una película sobresaliente. Pixar ha acertado de pleno al asignarle la labor de dirección al mismo realizador de la primera, Andrew Stanton. Dejando a un lado la sobresaliente animación a la que nos tiene malacostumbrados los magos de Pixar hay que resaltar una narrativa asombrosa, llena de recursos, muy clara y precisa. Lejos de caer en lo acomodaticio y la autocomplacencia, la cinta nos muestra nuevos matices de los personajes principales - Marlin, Nemo, Dory -. La película maneja con maestría todo una variedad de emociones que mantienen al espectador en una montaña rusa que en ningún momento permite adivinar qué es lo que va a pasar a continuación. Añádase a esto un soterrado mensaje ecologista y otro sobre la importancia de la familia para completar un cóctel cinematográfico perfecto. Una magistral película que en nada desmerece a la original. |