Los años de mayor talento de Woody Allen ya pasaron. El director neoyorkino lleva unos años sin sacar una gran película. Y la que nos ocupa, sin ser una pérdida de tiempo, nos hace añorar tiempos mejores: esta historia es un reciclado de ideas ya exploradas anteriormente por el director y de temas recurrentes en su filmografía. El dúo Jesse Eisenberg y Kristen Stewart muestra su buena química en pantalla (ya habían coincidido en otros dos filmes anteriores). Otra nota positiva es el glamour que desprende el filme en la época de mayor esplendor cinematográfico de la ciudad de Los Ángeles. La película consigue arrancarnos algunas risas y, de forma intermitente, reflejar el estado emocional que busca el director. Aceptable filme de un director que sigue en horas bajas con ocasionales chispas de brillantez creativa.