Pese a tener un director - Francis Lawrence - y una protagonista - Jennifer Lawrence - francamente interesantes, nos encontramos ante un rutinario relato de espías en el que, pese al encanto de sus escenas iniciales y al impecable tratamiento formal, se le terminan viendo todas las costuras que hilvanan su trama. La duración resulta excesiva y sus dos horas y veinte minutos se hacen eternos, perjudicando a la magia que intenta materializar el director en este relato. Una vez narrados los orígenes de la protagonista y centrados ya en los complots, el filme pierde fuelle con suma rapidez. Bastantes desnudos, muy poca acción y una trama de lo más insulso. Una película pasable sin más. |