Narra la historia, basada en hechos reales, de Richard Jewell, un guarda de seguridad en los juegos olímpicos de Atlanta 1996 que descubre tres bombas caseras ocultas en un parque. Sin embargo pronto la cobertura de los medios de comunicación le señala como principal sospechoso y su vida y su reputación se verán rápidamente arruinadas. Años después, en 2005, un tal Eric Robert Rudolph se declarará culpable de este delito junto con otros atentados del mismo año.
Con Clint se hace la magia: solo él es capaz de mezclar con una facilidad pasmosa géneros tan alejados como el judicial, el melodrama, el panfleto y, pásmense, la comedia.
Qué lástima que Jewell, que murió de un ataque al corazón en 2007, no viviese para ver la película que Eastwood ha hecho sobre su vida. Le hubiera encantado