Al final de la primera película, el poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald (Johnny Depp) fue capturado por MACUSA (Magicongreso Único de la Sociedad Americana), con la ayuda de Newt Scamander (Eddie Redmayne). Pero, cumpliendo su amenaza, Grindelwald escapó de la carcel y se ha dedicado a reunir seguidores, la mayoría desprevenidos de su verdadero plan: criar hechiceros de sangre pura para gobernar a todos los seres no mágicos.
En un esfuerzo por frustrar los planes de Grindelwald, Albus Dumbledore (Jude Law) recluta a su antiguo estudiante Newt Scamander, quien accede a ayudar, sin darse cuenta de los peligros que le esperan. Las líneas se dibujan mientras se prueba el amor y la lealtad, incluso entre los verdaderos amigos y familiares, en un mundo mágico cada vez más dividido.
La primera película nos dejó un buen sabor de boca y aquí se apuesta por un tono más oscuro con la mayor presencia del villano interpretado por Johnny Depp. La cinta es un poco irregular porque parece que quiere abarcar demasiado pero ello no es óbice para que tenga grandes momentos. El guión de la propia Rowling sitúa a nuevos y viejos personajes de cara a lo que está por llegar y esa condición de punto intermedio lastra un poco el avance de la historia. Eso sí, la fuerza visual del filme, con un David Yates en su mejor registro, es innegable. Johnny Depp borda su personaje de Grindelwald, un personaje con muchas más capas que Voldemort. En suma un filme algo descompensado pero con grandes momentos.