La dirección de Kulumbegashvili es audaz, y la actuación de Ia Sukhitashvili como Nina es profundamente conmovedora. La película aborda temas complejos como el aborto y el patriarcado sin caer en el didactismo. Su estilo visual, con tomas largas y una atmósfera inquietante, recuerda a los trabajos de Béla Tarr y Chantal Akerman. Una película que invita a la reflexión y permanece en la mente mucho después de los créditos finales. |