La cinta se centra con habilidad en la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, respetando las líneas maestras de su historia, pero añadiéndole las habituales dosis de comicidad, romance o espectacularidad propias de este cine.
Con objetividad, el relato presenta cristianos y musulmanes, buenos y malos en ambos bandos, y engrandece esencialmente la figura de su protagonista. La exagerada corpulencia que se ha dado a todas las figuras es, quizás, el elemento más chocante de una película entretenida, correcta y de excelente factura técnica. |