El recién elegido Papa sufre un ataque de pánico justo antes de aparecer en el balcón de San Pedro en el Vaticano para saludar a los fieles, que han esperado pacientemente la decisión del cónclave. Sus consejeros, incapaces de convencerle de que es el hombre adecuado para el trabajo, buscan la ayuda de un reconocido psicoanalista (y ateo). Sin embargo, el miedo a la responsabilidad que ha recaído sobre él es algo a lo que debe enfrentarse solo.
Moretti derrocha ironía de buena ley (...) En 'Habemus Papam', como en la mejor comedia italiana de toda la vida, cuentan tanto o más que el núcleo las periferias