El sobrevalorado director Michael Haneke llega en este filme al extremo de la autoparodia, dedicándose a contemplarse su propio ombligo. En su calidad de observador de la realidad, Haneke nos hace un popurri de los temas recurrentes en sus películas: la descomposición de la familia burguesa, el inevitable choque generacional, el abismo en las relaciones personales que abren las nuevas tecnologías... Todo es un amontonamiento de escenas sin un hilo conductor claro aunque con unos buenos actores bien dirigidos. Una película solo recomendable para los muy aficionados al cine del autor. |