Diez años después de que George Lucas pusiera fin a su mediocre trilogía de precuelas y tras la compra de Lucasfilm por parte de Disney, J.J. Abrams firma una película que a buen seguro satisfará a la inmensa legión de seguidores de esta mítica saga galáctica. La cinta es una montaña rusa que atrapa al espectador desde el primer momento, con un ritmo que no sufre ningún altibajo en todo el metraje. Aunque en el esquema argumental se toman ciertos elementos del episodio IV no se llega a caer en el error de convertirse en un remake encubierto. Abrams sabe jugar con la nostalgia (no faltan algunas frases y personajes secundarios míticos para satisfacer a los más amantes de la saga) y no intenta abrumar pese a su extraordinario despliegue técnico (uno de los mayores errores de 'El ataque de los clones' y 'lña venganza de los sith'). Aquí se recurre también a los trucajes tradicionales y a la película le sienta de maravilla, acercando así su estética a la de la trilogía original. El plano emocional de los personajes está mucho más trabajado que en la trilogía anterior (aquí se nota la mano del maestro Lawrence Kasdan en el guión). También se agradece que no haya ni el más mínimo rastro de personajes destinados a conquistar al público más infantil y menos exigente - no hay un Jar Jar Binks ni tampoco Ewoks -. En cuanto a los personajes, resaltar la gran química entre Daisy Ridley y John Boyega, con un Adam Driver que construye a un estupendo villano. De los personajes clásicos, Han Solo y Chewbacca son los que tienen más peso, y Harrison Ford vuelve a bordar uno de sus personajes más míticos. El humor es también muy bien utilizado en momentos puntuales para no perder las raíces de la saga original. Una gozada de película, muy divertida e impresionante a nivel técnico. |